MONDOSONORO. #89. La oscuridad como invitada
10/10/2002

MONDOSONORO. Nº 89.

La oscuridad como invitada.

José M Gallardo.

 

Nacho Laguna es uno de esos compositores que por su inconformismo pasan inadvertidos para la mayoría del público. Le pasó con los Chatarreros de Sangre y Cielo de Corcovado y mas recientemente con su último trabajo en solitario, «Cantábrico de Emociones».

Su segundo disco, «Fugaz» no pierde el inconformismo pero es tan actual e intenso que debería hacerle salir del malditismo por la puerta grande.

 

Para ello deberíamos estar dispuestos a entrar en su mundo, como la que daba paso al inverso paraíso inventado de Alicia, nocturno en esta ocasión. Nacho nos lo pone un poco más fácil que en «Cantábrico de Emociones»(rftos,99) donde personajes trasnochados iban desnudando sus pesares y delirios con angustia en una procesión dispersa de distintas voces (Ajo de Mil Dolores Pequeños, Javier Arnal, Corcovado, Carlos Desastre o el propio Nacho) que dejaban un tanto estupefacto al visitante. En «Fugaz» muchas cosas han cambiado para bien. «Este disco es mas optimista, dentro de la melancolía que me suele salir en las canciones.

Las canciones de «Cantábrico…» recogían poemas hechos tiempo atrás, mientras que en Fugaz las canciones son mas recientes y compuestas en un período concreto de tiempo. Es mas optimista debido a la vida, en la vida evolucionas. Tengo
un hijo y tengo que intentar ser mas optimista para ponerle a él las cosas más fáciles».
 Además, se acabó la dispersión.
«En este disco quería que todas las canciones cantadas las hiciera una sola voz. Quería darle mas homogeneidad, pero también simplificar las cosas a la hora de tocar en directo.
En el otro disco cantaban amigos, para este buscaba una voz que me gustara pero de alguien a quién no conociera, a Maite la gustó la idea y se metió de lleno en el proyecto»
.

El resultado es mas que destacable, ya que Maite Yerro ha conseguido interpretar los poemas de Nacho con la dosis justa de ternura, dolor y misterio. Es curioso ver como la atmósfera del disco es sedosa y poco árida, coincidiendo con que la banda los incondicionales (bajo el nombre con que aparecieron en «Cantábrico…») ya no existen y además Corcovado no aparece
en ninguna de las distintas estancias.

Con los Incondicionales estamos en un paréntesis aunque algunos siguen conmigo (la co-producción es de Javier Almendral o la presencia de David G. Bonacho.

Corcobado ahora vive en Méjico, pero en realidad no pensé en él para el disco, quería distanciarme un poco, en el buen sentido ,siempre me comparan
y aunque prefiero que me comparen con él que con cualquiera, en esta ocasión quería salirme de esa idea
.

El distanciamiento produce un efecto de cercanía, no solo en el sentido emotivo de las canciones del disco, sino también en el concepto sonoro. A medida que se suceden las canciones, la mitad de ellas instrumentales, la mitad cantadas, muchos conceptos actuales como el lirismo vocal de Goldfrapp, la melancolía de Tindersticks o el dramatismo de Nick Cave se van insinuando dando a temas como «Sueños como mares» o «Sonríe» una vida mas allá del objeto devorado e intención transformadora de las canciones de su anterior trabajo.

Nacho se nos muestra escudriñando nuestro ( a veces el suyo) entorno musical. «La verdad es que estoy un poco desfasado en tendencias musicales, escucho música actual pero nunca me paro a pensar cómo quiero que suenen las canciones, no pienso en el estilo, lo hago todo un poco más automático. Me gustan Tindersticks y Goldfrapp pero también Barry Adamson o Calexico. La música de Goldfrapp es como si tuviera un aura que te lleve y te hace viajar, te hace sentir mucho y a la vez te relaja. Con el tema vocal, ya que Maite podía hacerlo, una vez grabadas
las pistas de las voces, le dije ahora déjate llevar. Apagamos la luz del estudio y se puso a improvisar. Aportó mucho a las canciones, cuando las escucho es como si fuera levitando a tres centímetros del suelo, me elevan».
Algo que sobre todo le pasa (también a mí) con «Con media cara iluminada» una spoken
song donde Carmen Mancha (su mujer) le da a un poema de Nacho una transparencia y fuerza ensoñadoras. Detalles. Eso es de lo que está cargado este disco. Coros armónicos lejanos como ecos de vida y dolor, violines que se arrugan, palabras que se entrelazan («ni heridas en los brazos, ni hachazos en los besos, ni miradas en la nada me hundirán / nubes como sueños, sueños como mares») cosquillas que se alargan entre suspiros íntimos, que desgranan los pequeños sabores de la no siempre dolorosa oscuridad, invitada en otro mundo inventado, tan real como
el de Alicia. «Escuchando algunas de estas canciones se me pone la piel de gallina, eso es lo que le pido a una canción, si te emociona, objetivo cumplido».